INVITACIÓN A LA MÚSICA 5: Alban Berg

 



Nació en Viena el 9 de febrero de 1885. Falleció en la misma ciudad, el 24 de diciembre de 1935.

 

Concierto para Violín y Orquesta

Allegro. Allegretto

Allegro. Adagio

 

El Concierto para Violín fue iniciado en abril de 1935 y concluido el 11 de agosto de ese mismo año. Louis Krasner fue el solista del estreno, que fue dirigido por Hermann Scherchen en el Festival de la Sociedad Internacional de Música Contemporánea, celebrado en Barcelona, el 19 de marzo de 1936.

 

Louis Krasner, violinista norteamericano que ejecutó algunas de las composiciones contemporáneas más avanzadas, se interesó por la música dodecafónica durante la década del treinta. Empezó a pensar en un concierto compuesto especialmente para él por uno de los tres grandes compositores dodecafónicos, Arnold Schoenberg o uno de sus dos discípulos, Alban Berg o Anton Webern. Krasner conocía la música de Berg y pensó que, de los tres, este era la mejor opción debido a que su estilo lírico se adaptaba mejor al violín. (Tiempo después, Krasner se dirigió a Webern para solicitarle una pieza de solo, pero esta nunca fue escrita.)

Después de hacer discretas averiguaciones acerca del violinista, Berg estuvo de acuerdo en encontrarse con él. El compositor no estaba especialmente interesado en el proyecto, porque en ese momento se encontraba profundamente involucrado en la composición de la ópera Lulú y porque dudaba de su habilidad para componer un concierto virtuoso. Krasner lo convenció de que él no estaba interesado en una obra sobresaliente y vacía, sino en algo sustancial que siguiera la tradición de los conciertos de Brahms y de Beethoven. Krasner argumentó que una obra lírica para solista ayudaría a que el público comprendiera que la música dodecafónica no era cerebral, ni obtusa, ni matemática. Además, el encargo era lucrativo y Berg estaba pasando por dificultades financieras. Aceptó el encargo con cierta perturbación; solo era la segunda vez que iba a escribir por un honorario.

Poco después de que Berg acordara escribir el concierto, sucedió algo que produjo un profundo impacto sobre la obra. El compositor era amigo de Alma Mahler Gropius y de su familia. Alma, viuda del compositor Gustav Mahler, se había casado después con el arquitecto Walter Gropius (más tarde lo hizo con el novelista Franz Werfel). Tenía dos hijas, Anna Mahler y Manón Gropius. Berg se sentía especialmente ligado a Manón. Mutzi, como la llamaba, tenía 18 años cuando fue afectada por la polio. Como su madre comentara posteriormente:

“Alban Berg amó a mi hija desde que nació como si fuera suya. Ella se hacía más y más hermosa a medida que crecía. Cuando Max Reinhardt la conoció, me pidió que le permitiera interpretar el papel de primer ángel en Grosses Welttheater en Salzburg. Pero antes de que pudiera hacerse ningún arreglo al respecto, ella fue atacada por la parálisis infantil. De modo que permaneció en cama a lo largo de un año y murió el día de Pascua de 1935. No hizo el papel del ángel sino que, en realidad, se convirtió en uno. Después de su muerte, Berg no pudo terminar su propia ópera, Lulú. Compuso el Concierto para Violín y lo dedicó a la memoria de Manón.”

Berg deseaba que el concierto reflejara en primer lugar la personalidad de Manón y luego su sufrimiento, muerte y transfiguración. Probablemente no es simple coincidencia que su idea fuera similar a la que subyace tras la Muerte y Transfiguración de Strauss. Ya que esta fue la única obra de Strauss que Berg respetó.

Mientras trabajaba en el concierto; Berg escribió a Willi Reich pidiéndole algunos corales de Bach. Berg deseaba incluir un coral debido a Manón. Reich envió la música y Berg descubrió que uno de los corales comenzaba con las últimas cuatro notas de la serie tonal con la que él estaba trabajando. Pudo así integrar el coral en el concierto de una manera lógica sin que la súbita aparición de la tonalidad en una obra dodecafónica pareciera arbitraria. El coral que eligió es ¡Es ist genun! (“¡Es suficiente!”). El texto dice: “¡Es suficiente! ¡Señor, si es Tu gusto, libérame de mi yugo! ¡Mi Jesús llega: ahora buenas noches, ¡oh mundo! Estoy ascendiendo hacia la casa del cielo, seguramente allí estaré en paz; mi gran dolor queda aquí abajo. ¡Es suficiente, es suficiente!”

La obra de Berg comienza de un modo elemental: el solista toca las cuatro cuerdas abiertas del violín. Es como si el concierto creciera desde estos sonidos básicos del violín. La segunda parte del primer movimiento refleja la felicidad de Manón y su vivacidad. Hay secciones marcadas scherzando, wienerish (de un modo vienés), y rústico; hay ritmos de vals y figuras propias del canto tirolés y hay una verdadera canción folclórica de Carintia.

La primera parte del segundo movimiento es intencionalmente áspera y disonante a fin de describir la enfermedad de Manón. Luego se entona el coral de Bach como recuerdo de la muerte de la joven. Después de dos variaciones del coral, se recuerda la canción folclórica de Carintia con gran pathos y el trabajo termina tiernamente con el solo de violín elevándose hacia su registro más alto, que de este modo simboliza el ascenso de Manón al cielo.

Temiendo lo peor, Berg trabajó rápidamente. Sin embargo consultaba a menudo con Krasner. Más que hacer que Krasner ejecutara pasajes en los que el compositor había estado trabajando, Berg le pedía que improvisara durante horas. El compositor no parecía estar escuchándole, pero cada vez que el violinista se detenía, entraba en el cuarto y le urgía a continuar. De esta manera, Berg aprendió qué tipo de artificios técnicos llegaban a Krasner con más facilidad. Aún así, cuando el concierto estuvo terminado, el solista consideró que algunas partes eran demasiado difíciles. Berg estaba a punto de revisarlo, cuando Krasner le pidió que le concediera tiempo para trabajar sobre estos desafiantes pasajes. El violinista descubrió que podía dominarlos y al final nada se modificó.

La salud de Berg no era buena. Según su esposa: “Alban, en cama, enfermo y torturado por el dolor, trabajaba frenéticamente y sin interrupción para concluir la composición de su Concierto para Violín. Rehusando detenerse ni para comer ni para dormir, movía inexorablemente la mano afiebrada. ‘Debo continuar’, respondía a mis súplicas, ‘no puedo detenerme, no tengo tiempo’.”

El concierto quedó terminado en agosto. Berg tenía 50 años. En diciembre debió ser llevado al hospital, aparentemente víctima de un envenenamiento de la sangre producido por abscesos. El 23 de ese mismo mes anunció: “Hoy va a ser un día decisivo.” Murió poco después de la medianoche del día 24. Su máscara mortuoria fue tomada por Anna Mahler. El Concierto para Violín se convirtió en su propio réquiem.

Berg nunca escuchó el concierto que Krasner interpretó por primera vez en Barcelona en marzo del año siguiente. El amigo más íntimo del compositor, Anton Webern, debió haber sido el director, pero este se encontraba demasiado perturbado por la muerte de Berg como para realizar los ensayos. Pasó los dos primeros de los tres ensayos programados trabajando sobre la apertura del concierto y dedicando largo tiempo a explicar detalladamente  las intenciones de Berg. Por último, Webern renunció, dejando a Herman Scherchen un solo ensayo para preparar las partes del concierto que los músicos ni siquiera habían leído todavía. Dos años más tarde, Webern escribió a Scherchen: “¡Y pensar que absolutamente nadie me comprendió! Nadie comprendió cómo me sentía yo inmediatamente después de la muerte de Berg y que sencillamente no estaba a la altura de la tarea de dirigir el estreno de su última obra.”

 

(Del libro Invitación a la música de Jonathan Kramer)


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