HISTORIA DE LA BELLEZA 6: La belleza como proporción y armonía, Parte 1, (Umberto Eco, Italia 1932-2016)
Franchino Gaffurio, Los
experimentos de Pitágoras sobre las relaciones entre los sonidos, de “Theorica Musicae”, 1492, Milán,
Biblioteca Nacional de Brera.
El número y la música
Según el sentido común, juzgamos bella una cosa bien
proporcionada. Eso explica por qué desde la antigüedad la belleza se identificó
con la proporción, aunque hay que recordar que en la definición común de la
belleza, en el mundo griego y latino, el deleite del color (y de la luz)
también se unía siempre a la proporción.
Cuando en la Grecia antigua los filósofos llamados
presocráticos –Tales, Anaximandro y Anaximenes, entre los siglos VII y VI a.C.-
comienzan a discutir cuál es el principio de todas las cosas (afirman que el
origen de la realidad está en el agua, en el infinito originario o en el aire),
pretenden dar una definición del mundo como un todo ordenado y gobernado por
una sola ley. Esto significa además pensar en el mundo como en una forma, y los
griegos perciben con claridad la identidad entre forma y belleza. No obstante,
será Pitágoras con su escuela quien, a partir del siglo VI a.C., afirmará estas
cosas de manera explícita y comenzará a estrechar los vínculos entre cosmología,
matemáticas, ciencia natural y estética.
Pitágoras (que probablemente durante sus viajes entró en
contacto con las reflexiones matemáticas de los egipcios) es el primero en
sostener que el principio de todas las cosas es el número. Los pitagóricos sienten
una especie de terror sagrado ante el infinito y todo aquello que no puede
reducirse a un límite, y por eso buscan en el número la regla capaz de limitar
la realidad, de proporcionarle orden e inteligibilidad. Con Pitágoras nace una
visión estético-matemática del universo: las cosas existen porque están ordenadas, y están ordenadas porque en ellas se cumplen leyes matemáticas,
que son a la vez condición de existencia y de belleza.
Los pitagóricos son los primeros en estudiar las relaciones matemáticas regulan los sonidos musicales, las proporciones en
las que se basan los intervalos, la relación entre la longitud de una cuerda y
la altura de un sonido. La idea de la armonía musical se asocia estrechamente a
cualquier regla para la producción de lo bello. Esta idea de la proporción se desarrolla a lo largo de
toda la antigüedad y se transmite a la Edad Media a través de la obra de
Boecio, entre los siglos IV y V d.C. Boecio recuerda que en cierta ocasión
Pitágoras observó que los martillos de un herrero al golpear sobre el yunque
producían sonidos distintos, y se dio cuenta de que las relaciones entre los
sonidos de la gama así obtenida eran proporcionales al peso de los martillos. Y
no solo eso: Boecio recuerda que los pitagóricos sabían que los distintos modos musicales influyen de manera
diversa en la psicología de las personas, y hablaban de ritmos duros y ritmos
suaves, ritmos adecuados para educar vigorosamente a los muchachos y ritmos
blandos y lascivos. Pitágoras había calmado y devuelto la conciencia a un
adolescente ebrio haciéndole escuchar una melodía de modo hipofrigio en ritmo espondaico
(ya que el modo frigio le estaba sobreexcitando). Los pitagóricos, que calmaban
con el sueño las preocupaciones cotidianas, se dormían al son de determinadas cantilenas;
una vez despiertos, se liberaban del sopor del sueño con otras modulaciones.
HISTORIA DE LA BELLEZA 6: La belleza como proporción y
armonía (Umberto Eco, Italia 1932-2016)
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