HISTORIA DE LA BELLEZA 7: La proporción arquitectónica, Parte 2 (Umberto Eco, Italia 1932-2016)
1. Construcción de la tetrakys
pitagórica. El punto central es equidistante de los puntos que forman el
triángulo equilátero de la década. Siguiendo la serie desde cada punto se
obtiene una retícula potencialmente infinita sobre la que se inscribe una serie
también infinita de triángulos equiláteros idénticos.
2. Michelangelo Buonarroti, Estudio para la sala de los libros raros de la biblioteca Médicis, c.
1516, Florencia, Casa Buonarroti.
3. La sección áurea como principio del rectángulo armónico.
Se ha descubierto que esta relación también es el principio del crecimiento de
algunos organismos y está en la base de muchísimas composiciones arquitectónicas
y pictóricas. Se considera «perfecto» porque es potencialmente reproducible
hasta el infinito.
4. Catedral de Notre-Dame en París, rosetón norte con las
historias del Antiguo Testamento.
La proporción
arquitectónica
Las relaciones que regulan las dimensiones de los templos
griegos, los intervalos entre las columnas o las relaciones entre las distintas
partes de la fachada corresponden a las mismas relaciones que regulan los
intervalos musicales. La idea de pasar del concepto aritmético de número al
concepto geométrico espacial de relaciones entre distintos puntos es
pitagórica. La tetraktys es la figura
simbólica por la que realizan los juramentos, y en la que se condensa de forma
perfecta y ejemplar la reducción de lo numérico a lo espacial, de lo aritmético
a lo geométrico. Cada uno de los lados de este triángulo está formado por
cuatro puntos y en el centro hay un solo punto, la unidad, de la que se generan
todos los otros números. El cuatro se convierte así en sinónimo de fuerza, de
justicia y de solidez; el triángulo formado por tres series de cuatro números
es y se mantiene como símbolo de igualdad perfecta. Los puntos que forman el
triángulo sumados entre sí dan el número diez, y con los diez primeros números
se pueden expresar todos los números posibles. Si el número es la esencia del
universo, en la tetraktys (o década)
se condensan toda la sabiduría universal, todos los números y todas las
operaciones numéricas posibles. Si se siguen determinando los números según el
modelo de la tetraktys, alargando la
base del triángulo, se obtienen progresiones numéricas en las que se alternan
los números pares (símbolo del infinito, porque es imposible identificar en
ellos un punto que divida la línea de puntos en dos partes iguales) y los
números impares (finitos, porque la línea siempre tiene un punto central que separa
un número igual de puntos). Ahora bien, a estas armonías aritméticas
corresponderán también armonías geométricas, y el ojo podrá enlazar
constantemente estos puntos en una serie indefinida y encadenada de triángulos
equiláteros perfectos. Esta concepción
matemática del mundo la encontraremos también en Platón y, sobre todo, en
el diálogo Timeo. Entre el Humanismo
y el Renacimiento, épocas en que se produce un retorno del platonismo, los
cuerpos regulares platónicos son estudiados y celebrados precisamente como
modelos ideales por Leonardo, en el De
perspectiva pingendi de Piero della Francesca, en el De divina proportione de Luca Pacioli, y en el Tratado de las proporciones del cuerpo humano de Durero. La divina
proporción de la que habla Pacioli es la sección áurea, la relación que se
establece en un segmento AB cuando, dado un punto C de división, AB es a AC
como AC es a CB. El De architectura de
Vitrubio (siglo I a.C.) transmitirá instrucciones, tanto a la Edad Media como al
Renacimiento, para la realización de proporciones arquitectónicas óptimas. Tras
la invención de la imprenta, se harán numerosas ediciones de su obra, con
diagramas y dibujos cada vez más rigurosos.
En la obra de Vitrubio se inspirarán las teorías renacentistas
de la arquitectura, desde el De re
aedificatoria de Leon Battista Alberti a Piero della Francesca, de Pacioli
a los Quattro libri dell´architettura de
Palladio.
El principio de proporción reaparece en la práctica
arquitectónica también como alusión simbólica y mística. En este sentido ha de entenderse
el gusto por las estructuras pentagonales que aparecen en el arte gótico, especialmente
en el trazado de los rosetones de las catedrales. Y en ese mismo sentido han de
entenderse también los signos lapidarios, esto es, las siglas personales con
que cada constructor de catedrales firmaba las piedras más importantes de su
construcción, como las claves de bóveda. Son trazados geométricos, basados en
determinados diagramas o «parrillas» directrices.
HISTORIA DE LA BELLEZA 7: La proporción arquitectónica, Parte 2 (Umberto Eco, Italia 1932-2016)
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