INVITACIÓN A LA MÚSICA 1
https://www.youtube.com/watch?v=BOZEj8wyj-I
Johann Sebastian Bach
Nació el 21 de marzo de 1685 en Eisenach, Alemania. Falleció
el 28 de julio de 1750 en Leipzig.
Concierto Brandeburgués Número 1 en Fa mayor, B.W.V. 1046
(Allegro) – Adagio – Allegro – Menuetto. Trío I. Menuetto.
Polacca. Menuetto. Trío II. Menuetto.
A menudo constituye un misterio la forma en que algunas
composiciones adquieren sus apodos. Nadie sabe con certeza, por ejemplo, de
dónde provienen los nombres de la Sinfonía Júpiter
de Mozart o el concierto El Emperador
de Beethoven. Varias obras llevan nombres de personas. El Kreutzer de la Sonata para Violín de Beethoven era un
violinista, en tanto que el Waldstein de su Sonata
para Piano era un noble. Las variaciones Goldberg de Bach fueron encargadas por el conde von Kayserling para
ayudarle a curar su insomnio, pero la pieza no se conoce como las Variaciones Kayserling. Goldberg era el sufrido
clavecinista que interpretaba esas variaciones, noche tras noche, para hacer
dormir al conde. Los conciertos Brandeburgueses también han sido designados con
el nombre de una persona: Christian Ludwig, margrave de Brandeburgo. Resulta
irónico que la historia haya bautizado a esta música con el nombre de
Brandeburgueses, puesto que a Christian Ludwig no le interesaba. Sin embargo,
si todavía se recuerda al tal margrave es solo por estos conciertos.
Fueron compuestos mientras Bach estaba empleado en la corte
del príncipe Leopoldo de Anhalt-Cöthen. Como el príncipe pertenecía a la
Iglesia Calvinista Reformada, en la que la música desempeñaba un escaso papel,
a Bach no se le pedía que compusiera para la iglesia. Su producción durante los
años que pasó en Cöthen consistió principalmente en obras instrumentales.
Los conciertos Brandeburgueses son típicos de su época,
porque emplean una diversidad de combinaciones instrumentales dentro del
formato del concerto grosso. No
obstante, algunos aspectos de los conciertos son francamente experimentales: el
tratamiento virtuoso de la trompeta (Concierto Número 2), del violín (Concierto
Número 4) y del clave (Concierto Número 5); la supresión del contraste entre un
pequeño grupo de solistas y un mayor cuerpo de cuerdas acompañante (Concierto
Número 3 y primer movimiento del Concierto Número 1); hacer que los solistas y
el continuo ejecutaran un movimiento intermedio sin orquesta (Conciertos
Números 2, y 6). Los conciertos Brandeburgueses constituyen al mismo tiempo un
resumen de la tradición del concerto
grosso barroco y un presagio del concierto instrumental de la era clásica
inminente.
Armado en cuatro movimientos en lugar de los tres que eran
habituales, el Primer Concierto es,
en muchos sentidos, el más elaborado. Su orquesta incluye un violín solista,
tres oboes y dos corni da caccia (cuernos
de caza), además de las cuerdas y el continuo habituales (línea de graves más
relleno armónico, en este caso mejor representadas por el fagot, las cuerdas
graves y el clave). El violín solista que Bach tenía en mente es el violino piccolo, pequeño y de tono
agudo.
Tradicionalmente un concerto
grosso contrasta la masa orquestal, denominada el ripieno, con el grupo solista, denominado el concertino. En el primer Concierto Brandeburgués hay una diversidad considerable de
tratamiento del concertino. El primer
movimiento es en su mayor parte orquestal, y frecuentemente todos los
instrumentos tocan simultáneamente. También hay breves pasajes de solo para los
cornos o algunos de los oboes, pero la alternación a gran escala de los grandes
y pequeños grupos, típicas de los conciertos barrocos iniciales, está ausente.
El segundo movimiento lento presenta, a su vez, un oboe, el
violín solista, y el bajo continuo, cada uno de ellos con un solo muy
elaborado. Hacia el final, el violín solista y el oboe tocan un hermoso
contrapunto. También aquí la aproximación a la orquesta es imaginativa y
atípica a la tradición del concerto
grosso; el concertino no es tratado como grupo uniforme sino más
bien como un Número de solistas, cada uno con su propia oportunidad de brillar.
El final es especialmente imaginativo, con su alternación de acordes únicos en
el continuo, los vientos y las cuerdas.
El tercer movimiento es orquestal, como el primero, pero
Bach utiliza una variedad de combinaciones de instrumentos solistas. Es como si
hubiera concebido el movimiento como un concerto
grosso para un concertino variable.
El cuarto movimiento, una serie de danzas e interludios, ha
sido denominado tratado de instrumentación barroca. En su sección principal, un
minuet, la instrumentación de todo el conjunto es utilizada en una orquestación
masiva, casi apacible, donde los vientos constantemente duplican a las cuerdas.
Esta sonoridad plena constituye un contraste sorprendente con respecto a los
delicados interludios con los que alterna: un trío para oboes y fagotes, una polacca (danza estilizada de origen
polaco) para cuerdas que presenta a los primeros violines, y un trío para
cornos y oboes. Los tríos, cada uno de ellos elaborado especialmente para
algunos de los instrumentos del concertino,
constituyen momentos de deliciosa música de cámara en medio de una textura
orquestal absolutamente sinfónica.
(Del libro Invitación a la música de Jonathan Kramer)
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